Paraguay ha demostrado una notable solidez en sus últimos cinco encuentros, manteniéndose invicto con un saldo de tres victorias y dos empates. Esta racha positiva ha sido respaldada por una estructura defensiva firme, que ha sido clave en su éxito. El equipo ha priorizado el orden táctico, lo que les ha permitido minimizar los riesgos y mantener su puerta cerrada en la mayoría de los partidos. Aunque el empate 2-2 ante Colombia rompió esta tendencia de victorias ajustadas, dicho marcador fue una excepción en una serie de resultados donde los encuentros se caracterizaron por ser muy equilibrados y de poca diferencia en el marcador. La selección paraguaya ha sabido manejar con inteligencia los ritmos de juego, especialmente cuando juega como local. En estos casos, el factor campo ha jugado un papel fundamental, influyendo en la intensidad con la que los rivales se enfrentan a Paraguay, más que en la apertura del marcador. Este control del juego y la capacidad de adaptarse a las circunstancias les ha permitido mantener una buena racha, demostrando que la "Albirroja" es un equipo que sabe cómo defenderse y capitalizar sus oportunidades.
Uruguay ha tenido una campaña más irregular en sus últimos partidos, con un balance de una sola victoria, tres empates y una derrota en sus últimos cinco compromisos. El empate sin goles ante Bolivia fue un reflejo claro de las dificultades que atraviesa el equipo para generar jugadas de peligro y crear oportunidades claras de gol. A pesar de contar con jugadores de calidad en el ataque, como algunas de sus estrellas históricas, el enfoque táctico de la selección "Celeste" se ha centrado más en mantener una sólida estructura defensiva y evitar cometer errores atrás, en lugar de arriesgarse con un mayor volumen ofensivo. Esta postura más cautelosa ha resultado en partidos con pocos goles, no solo en el empate ante Bolivia, sino también en otros encuentros en los que los goles han sido escasos o inexistentes, como los empates 0-0 y los partidos decididos por un marcador mínimo. Este enfoque defensivo, aunque eficaz en algunos aspectos, ha limitado la capacidad de la selección uruguaya para ser más ambiciosa y proactiva en la búsqueda de victorias más cómodas.
